¿Hace falta?

La imagen que muestra Miguel Ángel Russo en Boca obliga a cuestionarse sobre la necesidad de que alguien en su situación deba someterse a semejante presión en esta etapa de su vida. 

El entrenador fue diagnosticado con cáncer de próstata en 2017, cuando dirigía a Millonarios de Colombia, y tiempo después de atravesar la quimioterapia, fue dado de alta. Pero, en los últimos tiempos, se lo ha visto desmejorado, tanto a la hora de moverse como de hablar. Todo esto sucede mientras el Xeneize rompió una racha de 12 partidos sin ganar, quedó afuera de la Copa Argentina ante Atlético Tucumán, no tiene asegurada su clasificación a la Copa Libertadores 2026, tuvo una interna en el vestuario ante Huracán, hay jugadores colgados, y pese a la victoria ante Independiente Rivadavia de Mendoza, se discute su continuidad.

Su experiencia le impide a Miguel pisar el palito en las conferencias, y es así que su mensaje siempre se mantiene en un tono tranquilizador y minimizador de conflictos. Pero su imagen parece tapar sus palabras. El hecho de lucir una gorra para camuflar su semblante, tener a un colaborador que lo ayude a subir un escalón, ubicarse en una silla al costado del banco de suplentes y sus cuasibalbuceos a la hora de hablar, denotan una desmejoría que genera preocupación en cualquiera que lo vea.

“Le diría que se deje de hinchar las pelotas, que disfrute de la vida y de los nietos”, le recomendó su ex ayudante Hugo Gottardi en diálogo con DsportsRadio hace algunas semanas. En esa charla, también advirtió lo que sucederá: “Va a dirigir a Boca hasta con un pulmotor, no va a renunciar. Si se va de Boca, es hablado con Riquelme. Y si se va, agarra otro club seguro”.

Miguel Russo, asistido para subir un escalón (Crédito: X)

La propia prensa también se ha mostrado preocupada por el estado del DT, por lo que fueron a consultarle a su hijo, Nacho, goleador de Tigre, para que aporte su mirada. Esto molestó a Miguel: “Déjenlo tranquilo. Mi hijo va a hablar de él y de Tigre. Ha madurado mucho y está muy bien. No busquen cosas donde no hay y donde no va a haber, porque él tiene una mentalidad distinta.

Al mismo tiempo, los hinchas de Boca mantienen su apoyo a Russo, que atraviesa su tercer ciclo en el club después de dos anteriores pasos que incluyeron, entre otros logros, la conquista de la Copa Libertadores 2007. Pero, por lo bajo, se preguntan si está en condiciones de sacar adelante al equipo, aunque realmente esto no parece siquiera importante. 

Russo en el partido ante Independiente Rivadavia (Crédito: X de SportsCenter)

La imagen de Miguel, por más que no quiera, está desmejorada y el estrés que genera el Mundo Boca no puede ser favorable para su salud. A sus 69 años, el entrenador no tiene nada que demostrarle al fútbol, ha sido campeón en el Xeneize, Vélez y Rosario Central, ascendió con Estudiantes y Lanús, conquistó Colombia y estuvo a punto de dirigir a la Selección Argentina. El domingo su equipo ganó y rompió la mala racha.

Él insiste en que tiene fuerzas anímicas y se enoja si eso lo ponen en duda. Pero ya es hora de disfrutar de su vida, sus nietos y del fútbol desde otro lado, sin estar al día a día. No hace falta tanto, Miguel.