Un conflicto sin precedentes está azotando a la provincia de Chubut y el causante de todo es un bichito de mar que mide menos de 18 centímetros y pesa cerca de 100 gramos. El langostino argentino, que supo ser exportado a Europa, hoy en día parece imposible de ser extraído por varios factores externos e internos que han provocado un golpe al sector pesquero.

La cosa es más o menos así. La provincia patagónica tiene capacidad como para generar 90.000 toneladas anuales de langostinos, es decir, el 74% de lo que se produce en toda la región. De ese número, el 95% se exporta, por lo que se trata de una industria muy productiva que hasta finales de 2023 generaba 16.000 puestos de trabajo.

Pero, en el último tiempo un puñado de factores ha trabado a esta economía regional. El principal es el crecimiento exponencial del cultivo del langostino Vannamei que, según CAPEAR (Cámara Pesquera Argentina), “aunque insípido y de sabor menos complejo, ha invadido el mercado gracias a sus precios irrisoriamente bajos”. En el comunicado se indica que: “Miles de toneladas de langostinos de cultivo —muchas veces tratados con antibióticos para garantizar su producción masiva— han desplazado a nuestro preciado langostino austral y salvaje del lugar que merece. Así, los potenciales clientes, basándose sólo en el precio, se inclinan por un producto que sólo a primera vista podría compararse con el langostino salvaje de la República Argentina”.

Es que, debido al aumento del combustible y la apreciación del dólar, descargar un cajón de langostino de aproximadamente 17 kg cuesta casi tres veces más que descargar uno de merluza que ronda los 34 kg. “A esta lógica absurda también se suma el transporte, que cobra por cajón de esta especie, en vez de por tonelada”, señala el comunicado que advierte que esta presión económica está matando a esta industria.

El propio Nacho Torres, gobernador de Chubut, ya ha tenido reclamos al Gobierno nacional y ha establecido mesas de diálogo para intentar bajar los costos de la industria y permitir que sea viable. Sin embargo, aquí se encontró con fuertes resistencias del sindicato SOMU, que rechazó las ofertas. “No vamos a permitir que en Chubut ganen los mafiosos. En nuestra provincia se acabaron las extorsiones y los aprietes”, señaló.

A todo esto hay que sumarle la competencia internacional, con China arrasando el suelo marino cercano al país y el cultivo de este crustáceo en naciones vecinas. Y el hecho de que el gobierno nacional excluyó al langostino del régimen que impera para el resto de las economías regionales, obligando a la industria pesquera a pagar derechos de exportación que no son aplicados a otras actividades.

“Si no se toman medidas urgentes, el panorama que se avista es el de un negocio que será deficiente por mucho tiempo. La industria debe repensar su estructura de costos, y aquí no nos referimos sólo al tripulante: todos debemos reclamar políticas más justas y, por encima de todas las cosas, LIBRES. Debemos valorar este producto como lo que realmente es: un delicatesen único en el mundo”, destaca CAPEAR.