Wanda Nara vuelve a estar en el centro de la polémica. No es la primera vez que enfrenta problemas judiciales por su relación con el mundo de las apuestas online. Pero esta vez, el escándalo alcanzó un nuevo nivel de exposición: la Justicia sospecha que su flamante Lamborghini Urus SE habría sido adquirido en una operación en negro, con dinero proveniente de apuestas ilegales.

La historia comenzó meses atrás, cuando la Justicia porteña citó a Wanda por publicitar casas de apuestas ilegales en redes sociales. El episodio terminó en un acuerdo judicial: grabó un video de reparación junto a L-Gante advirtiendo sobre los peligros de la ludopatía y asistió a capacitaciones obligatorias sobre adicciones.

Pero lejos de aquietar las aguas, Wanda generó más revuelo cuando se presentó a una de esas capacitaciones a bordo de un auto de lujo. Estacionó en el predio su nuevo Lamborghini, al que había bautizado en redes como “mi juguete nuevo”. La imagen de la empresaria llegando en un vehículo de más de un cuarto de millón de dólares para cumplir una sanción judicial desató una ola de críticas.

Según trascendió, Wanda habría recibido el Lamborghini Urus SE de parte de Sportsbet, una empresa de apuestas deportivas con sede en Australia y filial en Argentina. El supuesto acuerdo: un año de publicidad en redes a cambio del rodado.

En Lamborghini negro de Wanda Nara (Crédito: Instagram)
En Lamborghini negro de Wanda Nara (Crédito: Instagram)

El problema es que no existe ningún contrato que respalde la operación. Lo único que aparece es una tarjeta azul vinculada al vehículo, pero ningún comprobante formal de compra. Para la Justicia, la ausencia de papeles sugiere algo más que un simple canje publicitario: un negocio en negro.

El lunes pasado, el caso dio un giro inesperado. La Justicia ordenó el allanamiento de las oficinas de Sportsbet en Moreno, tras las sospechas de que la empresa funcionaba como fachada de legalidad mientras encubría apuestas clandestinas. El escándalo estalló justo después de que la conductora de Telefe mostrara orgullosa su nuevo Lamborghini en redes sociales, aumentando la visibilidad del caso. Fuentes judiciales aseguran que esa exposición aceleró las medidas contra la compañía.

El vehículo figura a nombre de Farah Malek, un empresario automotor millonario oriundo de Junín, nacido en 1976, hoy CEO de Modena Auto Sport. Es director local e importador de Maserati, y uno de los personajes más conocidos del mercado de autos deportivos de alta gama en Argentina.

Malek es también quien introdujo en el país los Tesla Cybertrucks (Uno de ellos lo tiene el reconocido streamer Coscu) que se vieron en Capital Federal, coche futurista eléctrico cargado de simbolismo. Fue piloto profesional en Fórmula 4, campeón cuatro veces en la categoría GT-2000, y su pasión por los autos no se limita a tenerlos de adorno: “Me gustan para acelerarlos … no me interesan los autos clásicos”, dijo alguna vez. Además, el lujo siempre ha sido parte de su marca y presencia mediática.

Para el juez Jorge Rodríguez, su rol es clave: la justicia sospecha que el Ferrari Urus SE no fue comprado con fondos declarados ni bajo operación transparente, sino que podría formar parte de una red de negocios opacos vinculados al dinero que circula en las apuestas. El dato inquieta a los socios de Sportsbet, que ya le habrían pedido a Wanda que devuelva la camioneta de inmediato para no dejar rastros. Pero la conductora no piensa ceder. Según trascendió, entre gritos habría exclamado: “¡Es mía, mía, mía!”.

La posibilidad de un operativo en el exclusivo country ya despierta expectativa: no solo sería un golpe para Wanda, sino también una imagen de alto impacto.

La trama combina todos los ingredientes de un escándalo mediático: una estrella mediática que exhibe su vida de lujo, una empresa de apuestas investigada por ilegalidad, un empresario millonario en la mira y un juez dispuesto a recuperar un vehículo que podría ser clave para la investigación.

El cierre, por ahora, es abierto, pero contundente: si Wanda no devuelve el Lamborghini, podría enfrentar un nuevo frente judicial, esta vez por operaciones en negro vinculadas al mundo de las apuestas. Y mientras tanto, el país entero observa cómo un auto de lujo puede convertirse en el emblema de una batalla entre ostentación y legalidad.