Y fue así que, sin proponérselo, Yanina Latorre tuvo más horas de televisión que Marcelo Polino en un solo día. Entre su programa de radio, SQP, LAM y una visita al ciclo Otro Día Perdido, la panelista vivió un miércoles interminable en el que, lejos de sus habituales guerras mediáticas, terminó revelando —entre risas y confesiones— su costado más íntimo: su obsesión por el control, su relación con Diego Latorre y su talento natural para convertir cualquier entrevista en un show.

“Vengo de una familia tradicional, de Belgrano, colegio de monjas… y me casé con un jugador de fútbol, algo que nadie esperaba”, comenzó diciendo. Con su característico desparpajo, Yanina Latorre recordó que, en los noventa, ser botinera estaba lejos de ser un sueño aspiracional. “Hoy todas quieren ser Antonela Roccuzzo o la mujer de Di María. Pero en mi época, estar con un jugador de fútbol era lo peor que te podía pasar en la vida”, lanzó, entre carcajadas.

Ahí llegó el momento de la revelación que nadie vio venir: “Lo conocí en un solárium, en una cama solar. Fue una venganza a un ex que me metió los cuernos con Beatriz Salomón”, confesó.

Su madre, por supuesto, no lo tomó bien. “Puso el grito en el cielo, mientras Rosa —la mujer que trabajaba en casa— me mostraba el póster de Diego pegado en su cuarto. Fue un drama… pero igual me fui contra viento y marea”.

El diálogo con Mario Pergolini no tardó en virar hacia otro terreno: el del consumo y el control. Rada y Laila Roth, con humor, le preguntaron si sería capaz de serle infiel a su marido, y Yanina, hábil declarante, trasladó el tema hacia su verdadera debilidad: los objetos de lujo.

“Tengo muchísimos, pero ahora compro menos”, admitió. “Igual puteo a Diego cuando se compra pastillas en el kiosco. Le digo: ‘¿Para qué gastás en el kiosco? Es mejor gastar en una cartera que en pastillas’”.

Lo dijo riendo, pero la confesión escondía algo más profundo. “Soy contadora, y tengo incorporado eso de controlar todo. Hago la contabilidad a mano, reviso hasta el último gasto. Manejo el debe y el haber de mi familia como si fuera una empresa”, reveló.

Pergolini, entre divertido y sorprendido, quiso saber por qué. “No sé, porque soy muy controladora”, respondió sin rodeos. Y remató con otra frase que solo ella podría pronunciar con orgullo: “A mi hijo le revisaba los cajones. Cuando era chico, le buscaba forros. Ahora ya no lo hago, pero lo hice. Soy controladora y me encanta”.

El punto más desopilante de la entrevista llegó cuando Mario Pergolini la desafió a enfrentarse, en vivo, a su propio historial de rivalidades mediáticas. “En el buscador de Google pusimos: ‘Yanina versus...’. Nada más que eso, y mirá la lista de nombres que nos apareció”, le anunció el conductor, entre risas.

La primera en aparecer fue Fernanda Iglesias. “Ella tiene el versus conmigo. Yo no lo tengo con ella. No me inspira nada”, respondió Yanina, seca pero elegante. Pergolini, con picardía, insistió: “Hacelo de nuevo, pero tratala bien”. Y entonces, desplegando su ironía más brillante, lanzó: “Fer es una gran periodista. Este domingo la voy a invitar a comer a casa”, dijo, provocando una carcajada general.

La segunda en la lista fue Sofi Martínez, la periodista deportiva. En tono aparentemente amable, pero cargado de guiños, Latorre improvisó: “Ay, es tan linda, tan mona. Me encanta. La aman las marcas y es una gran influencer. Quiero que vuelva con Diego Leuco”.

Cuando llegó el turno de Julia Mengolini, el desafío se volvió arte. Pergolini le pidió que dijera algo positivo “como si el tema saliera de casualidad”, y ella no defraudó: “Futurock la rompe. ¿Viste lo que es esa comunidad? Ay, me encanta el programa. Me fumaría un porro con ella. Me encanta cómo se viste, que sea tan buena compañera y pague tan buenos sueldos...”, ironizó con maestría.

El estudio explotó en risas. Pergolini cerró con una chicana: “Muy bien, pero en la improvisada igual tirás caca de alguna manera.” Yanina, fiel a su estilo, remató sin dudar: “Bueno, ¿qué querés que haga? Soy Yanina Latorre.”