Alguien tiene que decirlo: estamos viviendo una temporada alta de separaciones. No es que los famosos se pusieron de acuerdo para arruinar sus fotos familiares de fin de año, no. La culpa, como siempre que hay caos emocional, recae en un sospechoso cósmico de confianza: Mercurio retrógrado.

Sí, ese fenómeno astrológico que supuestamente afecta la comunicación, los acuerdos y, de paso, las ganas de convivir con alguien. Y si no lo creés, fijate el parte de bajas sentimentales de la última semana: tres parejas top del mundo del espectáculo que, de un día para el otro, pasaron del “te amo” al “te desbloqueo solo para hablar de los abogados"

Arrancamos con Mica Tinelli y Licha López, seis años juntos, una relación que sobrevivió a la distancia, a carreras laborales exigentes y, seguramente, a más de un cruce de agendas. Pero como dijo la propia Mica en un mensaje a Paula Varela, la cosa se complicó: “La distancia en algún momento se vuelve imposible… no hubo desamor, solo desgaste”. El comunicado más prolijo del año. En abril, Pepe Ochoa ya había tirado la primicia en LAM: había crisis, había proyectos de vida distintos y nadie quería ceder. Traducción: él quería que ella lo siguiera a Arabia Saudita, ella quería que él la siguiera a Ginebra (la marca, no la ciudad). El resultado es el clásico final millennial de pareja con amor pero sin ganas: “Nos amamos un montón, pero…”. Ese “pero” es el enemigo público número uno del romance.

La segunda víctima de esta temporada retrógrada es un romance con historia, canciones y años de convivencia: Fito Páez y Eugenia Kolodziej. Más de una década juntos, ella musa inspiradora de “Tu vida, mi vida”, pero parece que el estribillo ya no sonaba igual. Ella se mudó a Madrid para seguir su carrera, él se quedó en Argentina, y lo que podría haber sido un drama épico terminó en algo más terrenal: la distancia mata. Dato venenoso que no puedo dejar pasar: en su nuevo libro de poemas, Fito incluyó dedicatorias a sus ex Fabiana Cantilo, Romina Ricci y Cecilia Roth, pero ni rastro de Eugenia. Un detalle chiquito… o un portazo literario.

Y si de portazos hablamos, Evangelina Anderson y Martín Demichelis son otro capítulo del manual. Después de 17 años, hijos y vida itinerante entre Múnich, Manchester y Marbella, se suma a la lista de parejas que dijeron basta. Los rumores arrancaron por lo bajo, hasta que LAM confirmó que ella inició un proceso para borrarse un tatuaje con el nombre de él. Que me disculpen los astrólogos, pero ni Mercurio retrógrado es tan contundente como un láser sobre tinta. Como broche, Evangelina empezó a dejar likes en videos de un influencer fitness. En redes, eso vale más que cualquier comunicado oficial.

Si nos guiamos por el zodíaco, todo encaja: Mercurio retrogrado trae malentendidos, discusiones y replanteos. Y si nos guiamos por la lógica, también: carreras distintas, ciudades diferentes, prioridades incompatibles… y un cansancio que no lo arregla ni la playlist romántica mejor curada.

Lo cierto es que, aunque cambien las excusas —desgaste, distancia, nuevos proyectos—, la moraleja es siempre la misma: en la era de las relaciones expuestas, el final llega rápido y en alta definición. O como cantó alguna vez Fito Páez: “No está bien romper un corazón”. Aunque, admitámoslo… Mercurio retrogrado no entiende de canciones.