Cuando a principios de los años 80 Margaret Thatcher y Ronald Reagan implementaron la reducción del Estado y la transferencia al sector privado de grandes porciones de la economía, no solo destruyeron los antiguos Estados de Bienestar europeos y el sueño americano, sino que además sepultaron el exitoso modelo de civilización occidental de posguerra que creó sociedades con un alto nivel de clase media y el mayor nivel de desarrollo humano de la historia sobre la base de la igualdad. 
Mientras el Occidente del bienestar permitió mostrar está parte del mundo como un aspiracional donde el sector privado y el Estado construían sociedades basadas en la comunidad, el modelo de reemplazo impuesto por Reagan y Thatcher donde rige el imperio del mercado y las personas están al servicio de la rentabilidad de las empresas y no la economía al servicio del desarrollo de las personas, lo que generó fue la mayor concentración de riqueza de la historia, siendo esta la causa principal de la decadencia occidental frente las crecientes potencias orientales, donde no son un grupo de millonarios los que rigen los destinos de los pueblos, sino que es el Estado quien define la economía de mercado en complementariedad con el sector privado.
Desde ese entonces, el modelo neoliberal de transferencia de recursos al mercado y concentración de la economía en pocas manos no ha hecho más generar sucesivas crisis, las cuales han regado de pobreza Occidente, fenómeno que se puede observar, en mayor o menor medida y de manera cada vez más creciente, no solo en las capitales de América del Sur o África, sino también en el corazón del mundo desarrollado: EEUU, Inglaterra y la Unión Europea.

Una alternativa Latina al neoliberalismo anglosajón. Sin embargo existe, en este nuevo mundo multipolar continentalista, una alternativa que le ofrezca a Occidente un futuro civilizatorio alejado de la actual decadencia a la que lo ha sometido el modelo económico - social que impera desde la década de 1980. Esa alternativa consiste en comenzar a desarrollar una unidad entre Europa (con eje en el Mediterráneo) y la América de origen Hispano. Un conjunto de sociedades que tienen una unión histórica, basada en el desarrollo del individuo en comunidad, con desarrollo espiritual, donde el centro son las personas y no el mercado, sino que la economía está al servicio del desarrollo humano sobre la complementariedad de un Estado que garantiza los derechos esenciales, a la vez que permite el desarrollo del sector privado.

Nos encontramos en un mundo multipolar en fase continentalista en situación de reacomodamiento donde hoy parecieran emerger tres potencias dominantes: 1) el eje anglosajón con EEUU a la cabeza y su doctrina de libre mercado que lleva adelante la conducción política - económica y militar de Occidente 2) Rusia y su creciente influencia sobre una parte de las ex repúblicas soviéticas y parte de Africa 3) China (con una creciente influencia global a través de sus redes comerciales. Es en ese escenario que el mundo Euroamericano solo tiene asignado un rol secundario o testimonial en el nuevo concierto del Siglo XXI.

¿De qué hablamos cuando nos referimos a EuroAmérica? De un conjunto de pueblos que comparten historia, valores y espiritualidad. De un conjunto de Naciones que alcanzan los 900 millones de personas, una población más que interesante para el desarrollo económico y social. Además de una geografía que conecta el Atlántico Norte con el Atlántico Sur, junto al Mar Mediterráneo y gran parte del Océano Pacifico Centro y Sur, con la consecuente proyección Antártica. Es decir que hablamos entonces de un conjunto de pueblos en en caso de definir un destino común y transformarse en una unidad de intercambio económico, colaboración política e integración geográfica, podría ofrecer una alternativa civilizatoria que le brinde un futuro a este occidente que cada día se parece más a la Perestroika Soviética de los 80 que a ese Faro que supo iluminar el futuro de la humanidad.

De los pueblos de EuroAmérica depende el futuro de Occidente.