Trump ninguneó a Bad Bunny antes del Super Bowl: “No se quién es”
El cantante de Puerto Rico será el encargado de hacer el show de medio tiempo del megaevento deportivo de 2026
La designación de Bad Bunny como artista principal del show de medio tiempo del Super Bowl LX encendió la polémica en los Estados Unidos. El anuncio, realizado por la NFL a fines de septiembre, generó entusiasmo en gran parte del público latino, pero también una fuerte ola de críticas entre sectores conservadores encabezados por el presidente Donald Trump, quien calificó la decisión como “ridícula”.
Durante una entrevista en el programa Greg Kelly Reports del canal Newsmax, el mandatario se mostró desconcertado ante la elección del reguetonero puertorriqueño para el evento más visto de la televisión estadounidense. “Nunca escuché hablar de él, no sé quién es, no sé por qué lo escogieron (para el show del Super Bowl), es una locura. Y luego le echan la culpa a un promotor que contrataron para que les diera entretenimiento. Me parece totalmente ridículo”, sostuvo Trump.
El comentario surgió luego de que el presentador Greg Kelly le preguntara si consideraba necesario impulsar un boicot a la NFL por haber contratado a un artista que, según él, “odia al ICE” y “acusa de racismo a todo lo que no le gusta”. El conductor agregó: “Este tipo no parece un artista unificador y mucha gente ni siquiera sabe quién es”.
La designación del intérprete de Tití me preguntó como figura central del Super Bowl, que se celebrará en febrero de 2026 en el Levi’s Stadium de Santa Clara, sede de los San Francisco 49ers, fue celebrada por millones de fanáticos alrededor del mundo, pero también reavivó la discusión sobre identidad, idioma y política cultural dentro del entretenimiento estadounidense.
Bad Bunny, de 31 años, ha sido un crítico abierto de las políticas migratorias de Trump, en especial de las redadas del ICE contra inmigrantes latinos, lo que ha convertido su designación en un gesto simbólico de diversidad y resistencia cultural. Además, el hecho de que sus canciones se interpreten exclusivamente en español generó incomodidad en ciertos sectores que defienden la hegemonía del inglés en los eventos nacionales.
Lejos de mostrarse afectado por las críticas, el artista respondió con ironía desde el escenario de Saturday Night Live, donde fue conductor y músico invitado. “Y si no entendieron lo que acabo de decir, tienen cuatro meses para aprender”, lanzó entre risas ante los aplausos del público. En el mismo programa se burló de los ataques mediáticos con una parodia en la que los presentadores de Fox News decían: “Bad Bunny es mi músico favorito, y debería ser el próximo presidente”.
Desde la Casa Blanca, las declaraciones de Trump fueron respaldadas por algunos miembros de su gabinete. La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, advirtió que el ICE tendrá una fuerte presencia en el Super Bowl para garantizar la seguridad del evento. “Habrá (agentes del ICE en el Super Bowl) porque el Departamento de Seguridad Nacional es responsable de garantizar la seguridad. Debo asegurarme de que todos los que vayan al evento tengan la oportunidad de disfrutarlo y de irse. Y de eso se trata Estados Unidos. Así que sí, estaremos por todas partes”, señaló Noem, agregando con tono desafiante: “La gente no debería venir al Super Bowl a menos que sean estadounidenses respetuosos de la ley que amen a este país”.
La funcionaria incluso fue más allá al referirse al enfrentamiento político con la NFL: “Son una porquería y ganaremos”, declaró sin filtro, dejando en claro el ánimo confrontativo de la administración republicana con la liga deportiva.
Mientras tanto, la NFL defendió su decisión destacando la relevancia global de Bad Bunny, uno de los artistas más escuchados del planeta y ganador de múltiples premios Grammy y Billboard. Según la liga, su presencia en el show de medio tiempo busca reflejar “la evolución cultural y el alcance internacional del deporte”.
El debate, sin embargo, trasciende lo musical. Para muchos analistas, la elección de Bad Bunny simboliza el avance de la diversidad latina en el mainstream estadounidense, algo que incomoda a ciertos sectores conservadores. Para otros, la controversia no es más que un nuevo capítulo en la batalla cultural que se libra en la era Trump.