El nuevo capítulo del escándalo por la filtración de audios que salpica a la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) y a la cúpula del gobierno de Javier Milei sumó en las últimas horas un protagonista inesperado: Fernando Pocino. El exfuncionario de inteligencia, señalado por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich como parte de un supuesto “complot internacional”, decidió salir a responder con dureza y poner sobre la mesa su propia versión. Dice que analiza presentarse en la causa impulsada por la funcionaria de Milei.

La causa se originó en las grabaciones que apuntan a las presuntas coimas vinculadas a la compra de medicamentos, con el ex titular de la ANDIS, Diego Spagnuolo, como figura central. Según la denuncia, parte de lo facturado se desviaba como retorno hacia funcionarios políticos, entre ellos Karina Milei y los primos Menem. La difusión de esos audios, de origen aún incierto, derivó en una ofensiva del Ministerio de Seguridad: Bullrich habló de una operación de inteligencia ilegal y llegó a mencionar la participación de agentes rusos y venezolanos infiltrados en organismos del Estado.

Fue en ese contexto que apareció el nombre de Fernando Pocino, a quien Bullrich identificó como “Director K” de la vieja SIDE. Pocino no tardó en reaccionar y, en un mensaje en su perfil, disparó contra la ministra: “Mi sorpresa fue mayúscula al descubrir que la Ministra me menciona como supuesto ‘Director K’ de la SIDE. Quiero aclarar que ingresé a esa prestigiosa institución hace más de 40 años, sin ayuda de ningún político, como consta en mi legajo personal. He sido funcionario de varios gobiernos democráticos, siempre por mi capacidad profesional, y las acusaciones de la Ministra no hacen más que reflejar su propia ineptitud”.

Fernando Pocino
Fernando Pocino

El nombre de Pocino no es nuevo en el universo de la inteligencia argentina. De carrera larga dentro de la Secretaría de Inteligencia del Estado, fue director del área de Reunión Interior y se lo ubicó históricamente en la vereda opuesta a Antonio “Jaime” Stiuso, otro de los hombres fuertes de los servicios. Durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, la SIDE se dividió entre esas dos facciones: la de Stiuso, con fuerte ascendencia en Comodoro Py, y la de Pocino, con más vínculo político.

Pese a ese pasado, Pocino insiste en que su recorrido se cimentó en la profesionalidad y no en favoritismos. “Ingresé sin ayuda de ningún político”, remarcó en su descargo. Su figura, sin embargo, siempre estuvo rodeada de polémicas y aparece vinculada, de manera recurrente, a algunos de los episodios más controversiales desde la vuelta a la democracia argentina, incluida la investigación por la muerte del fiscal Alberto Nisman, donde fue citado como testigo.

En la versión de la ministra de Seguridad, la filtración de los audios no responde a un simple caso de corrupción administrativa, sino a una ofensiva política y geopolítica mucho mayor. Bullrich habló de una operación con participación de servicios de inteligencia extranjeros, particularmente de Rusia y Venezuela, y de la connivencia de periodistas y exagentes locales. La tesis oficial busca mostrar el caso como una maniobra para desestabilizar al gobierno en plena campaña electoral.

Sin embargo, hasta ahora, la ministra no presentó pruebas concretas que acrediten la participación extranjera. Lo que sí consiguió fue una medida judicial que prohíbe difundir los audios grabados dentro de la Casa Rosada, al menos hasta que se determine su autenticidad y su pertinencia como prueba. La explicación de Bullrich apunta a proteger la seguridad institucional, aunque para la oposición y para Pocino, se trata de una maniobra distractiva.

El ex espía fue más allá de la desmentida personal y avanzó en una crítica directa al gobierno de Milei. Negó haber tenido relación con el exagente señalado en la causa y rechazó de plano cualquier vínculo con ciudadanos rusos o venezolanos. “Es un error grave considerar a dicho exagente como mi subordinado, cuestión que aclararé en el ámbito correspondiente, respetando las normas de confidencialidad”, puntualizó.

Pero su mensaje no se limitó a una defensa técnica: fue también un pronunciamiento político. “Cansado de la inoperancia de esta funcionaria y del que considero el peor gobierno de la historia, estoy evaluando presentarme en esta causa, que califico como una farsa armada. Exijo que se investigue y castigue a los verdaderos corruptos, Presidente Javier Milei, y que no se intente ocultar la verdad con maniobras distractivas”, sostuvo.

La irrupción de Pocino en el caso le da un matiz nuevo al escándalo. Por un lado, tensiona aún más la relación entre el gobierno y los viejos servicios de inteligencia, un terreno históricamente resbaladizo. Por otro, desnuda la fragilidad de un Ejecutivo que, en lugar de concentrarse en desarmar la trama de corrupción, parece optar por el camino de la teoría conspirativa.