La última encuesta de Satisfacción Política y Opinión Pública de la Universidad de San Andrés revela un panorama de creciente descontento y polarización en Argentina. El relevamiento, realizado entre el 15 y el 24 de septiembre de 2025 a 1.003 adultos conectados a internet, expone siete tendencias clave que dibujan el mapa político y social del país en el segundo año de la gestión libertaria. Aunque el sondeo no pulsa la opinión tras el apoyo logrado por la administración Trump, el trabajo permite medir el estado de situación hasta ese momento de crisis, entre las denuncias de corrupción, la suba del dólar y las derrotas del Gobierno en el Parlamento. Hasta comienzos de esta semana, esto daban a entender los encuestados:

Satisfacción general en mínimos históricos. Solo un 32% de los argentinos se declara satisfecho con la marcha general del país, mientras que un contundente 66% expresa su insatisfacción. Este indicador coloca al gobierno de Javier Milei por debajo del nivel registrado en el mismo período de la administración de Mauricio Macri, aunque por encima del obtenido por Alberto Fernández en su momento equivalente de gestión.

Caída pronunciada en la aprobación presidencial. La aprobación de Milei experimentó una caída significativa, ubicándose en el 39% frente a una desaprobación del 58%. El respaldo se mantiene sólido entre sus propios votantes (79%) y los de Patricia Bullrich (68%), pero preocupa la erosión en sectores específicos. La generación Z (menores de 27 años) registra apenas un 32% de aprobación, evidenciando un distanciamiento entre el presidente y los votantes más jóvenes.

Políticas públicas: luces y sombras. El Gobierno obtiene sus mejores calificaciones en política exterior y economía (35% de satisfacción cada una), seguidas por Defensa (34%) y Energía (32%). Sin embargo, las áreas más críticas del Estado registran niveles alarmantes de insatisfacción: Salud (71%), Obras Públicas e Infraestructura (70%) y Educación (69%) encabezan las preocupaciones ciudadanas.

La corrupción, principal problema del país. Por primera vez en mucho tiempo, la corrupción (35%) desplaza a los tradicionales problemas económicos como la principal preocupación de los argentinos. Le siguen los bajos salarios (34%) y la falta de trabajo (31%). Llama la atención que la inflación, históricamente dominante en las encuestas, aparece relegada al 16%, sugiriendo una percepción de mejora en este frente o el desplazamiento de la agenda hacia otros temas.

Pesimismo retrospectivo y prospectivo. La mitad de los encuestados (50%) considera que la situación del país empeoró respecto del año anterior, mientras que solo el 25% percibe una mejora. La proyección hacia el futuro tampoco es alentadora: un 37% cree que la situación empeorará en el próximo año, superando al 32% que espera una mejora.

Hartazgo político en niveles críticos. El desencanto con el sistema político alcanza dimensiones preocupantes. Entre quienes declaran que no votarían, el 46% atribuye su decisión al cansancio con la política, el 23% no cree que las elecciones generen cambios reales y el 21% siente que ningún partido los representa. Estos datos revelan una crisis de representatividad que trasciende las diferencias partidarias.

Escenario electoral incierto. El panorama para las próximas elecciones legislativas muestra un empate técnico que refleja la fragmentación del electorado. Un 31% votaría a la oposición, mientras que el 29% respaldaría al oficialismo, cifras que están dentro del margen de error de la encuesta. La Libertad Avanza, en alianza con el PRO, suma 31%, mientras que el peronismo alcanza el 26%. Un significativo 17% aún no define su voto y un 9% prefiere no revelarlo.

Este panorama dibuja un país en búsqueda de certezas, donde el Gobierno enfrenta el desafío de consolidar sus logros en algunas áreas mientras atiende las crecientes demandas en sectores clave como salud, educación e infraestructura.