Un poco de historia. El ferrocarril en manos privadas solo funcionó y ofreció rentabilidad económica cuando era el modo hegemónico de transporte, tanto en pasajeros como en cargas. Una vez que aparecieron otros modos (camión, colectivo, automóvil particular, avión) los privados dejaron de obtener cuantiosas ganancias y por eso cada vez invirtieron menos y las redes se fueron deteriorando, debiendo ser recatadas por los Estados Nacionales. Eso ocurrió en todas las latitudes durante el siglo pasado, inclusive en nuestro país durante el primer gobierno peronista.

¿Quién controla el Ferrocarril en el mundo? Si salimos de la Argentina y miramos los países más desarrollados podemos ver que la red más moderna del mundo, la de China, es controlada y explotada por empresas públicas. Lo mismo ocurre en Rusia. Por su parte, en Europa desde mediados del Siglo pasado se produjo un proceso de nacionalización y estatización de los sistemas ferroviarios que perdura hasta la actualidad: Francia lo hizo en 1938, España en 1941, Alemania en 1949 y Portugal en 1951. Quizá el caso más paradójico sea el de Inglaterra, que estatizó el ferrocarril en 1948 pero luego lo privatizó bajo las ideas de Margaret Tatcher (referente del presidente Milei y enemiga de la República Argentina) lo cual terminó en un rotundo fracaso que obligó al actual Rey Carlos III a anunciar su estatización a partir de este año.

Si miramos nuestro continente, las redes que más crecen son la candiense, estadounidense y chilena. Todas son públicas. En Canadá, el principal operador de trenes de pasajeros es VIA Rail, propiedad del gobierno federal, la cual ofrece servicios de pasajeros a nivel nacional, cubriendo una amplia red de rutas y estaciones en ocho provincias. Por su parte, en Estados Unidos Amtrak es el nombre comercial de la empresa pública National Railroad Passenger Corporation que opera la red nacional interurbana de transporte ferroviario de pasajeros desde el año 1971. Finalmente, al cruzar la Cordillera de los Andes nos encontramos con EFE, la empresa pública de ferrocarriles de Chile, controlada por el Estado, la cual es dueña del sistema en su totalidad, salvo algunos ramales de carga.

Dogmatismo vs Realidad. Es decir que si contemplamos el mundo, sobre todo el desarrollado, la realidad nos demuestra de que la política ferroviaria del gobierno es dogmática y anacrónica, alejada del capitalismo moderno que afirma defender sino que se basa en modelos que nos retrotraen entre 100 y 150 años al pasado. Es por eso que el Ferrocarril en Argentina debe seguir bajo el control del Estado, pensando en mejorar su eficiencia, creando verdaderos ingresos complementarios como grandes centros comerciales o desarrollo inmobiliario propio, nuevos servicios como la Alta Velocidad en el corredor troncal de demanda de larga distancia, como también promoviendo innovación y desarrollo industria.

Conclusión. Nuestro país necesita un fuerte crecimiento de infraestructura de conectividad y transporte de mercancías que permita impulsar un desarrollo demográfico más equitativo, para lo que resulta fundamental garantizar los suministros de una región a otra. En ese sentido no existe medio más confiable y eficiente que el Ferrocarril y, como pudimos comprobar, solo puede hacerlo bajo empresas públicas y eficientes que lo transformen en la locomotora del desarrollo argentino.