El Presidente llegó al salón Vonharv, sede oficial de la derrota libertaria en la Provincia de Buenos Aires, pasadas las 8 de la noche. Había confirmado su presencia una hora antes, a través de Manuel Adorni. Era el pico más alto de la crisis.

Una vez en el salón ubicado en Gonnet, Javier Milei se encerró en una de las oficinas, a la espera de resultados oficiales. Ya circulaban los primeros datos de un escrutinio que recién comenzaba. En el oficialismo nacional, elegían no creer. “No creo que sea tanta la diferencia”, asomaba la negación ante los primeros trascendidos. En la semana previa, el armador Sebastián Pareja había transmitido a la mesa chica del Gobierno una supuesta paridad que el propio Milei definió como un “empate técnico” en el acto de cierre de campaña en Moreno. Santiago Caputo ya hablaba entonces de una desventaja de entre 4 y 5 puntos a nivel total.

La confirmación de una tendencia irreversible funcionó como un detonante. Javier Milei volvió a apoyarse, después de intensos meses de ruidos internos y acusaciones cruzadas, en sus dos pilares. Se reunió durante más de una hora, a solas, con los otros dos vértices de lo que alguna vez denominó como su “triángulo de hierro”, recientemente oxidado por la propia dinámica del poder en LLA. Javier, Karina y Santiago, los tres vértices. Nadie más tuvo acceso. Allí debatieron sobre pros y contras de poner la cara ante la paliza recibida, delinearon el contenido del discurso y definieron la necesidad de “una profunda autocrítica”.

Al terminar la deliberación, minutos antes de las 10 de la noche, Santiago Caputo empezó a avisar los pasos a seguir. A los propios, los jóvenes agrupados en las Fuerzas del Cielo que atravesaron tiempos tumultuosos por los cierres de listas, les anticipó la novedad: “Voy a subir al escenario con Javier”. Fue la primera vez que eso ocurrió desde su incorporación al espacio, en las legislativas de 2021.

Sebastián Pareja fue el primero en pararse en el atril de los discursos. Estuvo solo y ante un auditorio apagado y semivacío. Acusar recibo del traspié y anticipar la palabra de Milei eran las dos consignas centrales. Eso intentó, con ostensibles limitaciones. Su cara quedaba inevitablemente pegada a una durísima derrota. “Era uno de los más golpeados”, cuenta un testigo privilegiado. Quedó hecho cenizas el acto en Moreno y la alegría compartida con Ramón el “Nene” Vera, su hombre en la primera sección electoral, por un cierre de campaña al que consideraban “un éxito”. En Trujui, el barrio elegido, el resultado fue aplastante: 57% para Fuerza Patria y 27%. Extraño el concepto de “éxito” que manejaban.

Algunos, sin embargo, eligieron aferrarse a su realidad paralela hasta último momento. “Las primeras mesas que llegan muestran que estamos arriba en La Matanza”, dijo Leila Gianni, la exkirchnerista, frente al micrófono de TN. Le erró feo. Pareja esbozó un tímido reclamo al voto popular. Agustín Romo, su archirrival interno, lo cruzó en redes. 
“Al que diga que perdimos porque a la gente le gusta vivir en calles de tierra y no tener cloacas hay que echarlo. Al instante. Siempre que perdés es por culpa tuya. Tenemos que hacer autocrítica, cambiar lo que haya que cambiar, profundizar el rumbo económico y ganar”, publicó el diputado bonaerense.

La catastrófica estrategia electoral quedó todavía más expuesta en las secciones que podrían haber sido violetas de no ser por caprichos en el armado de las listas. “Fue la venganza de todos los intendentes a los que quisieron mear”, dice sin vueltas uno de los dolidos. “Mientras Pareja siga armando como hasta ahora, seguirá ganando el peronismo”, le responde a Bardeo.news Guillermo Britos, intendente de Chivilcoy, en la cuarta. En algún momento era un firme postulante para ser el candidato a Gobernador de LLA. Aquello quedó trunco. Esta vez, se fue con la alternativa de Somos Buenos Aires. “Perdió Lunghi en Tandil, después de 38 años sin que gane el peronismo; perdió Petrecca en Junín, 34 años sin triunfos peronistas, perdimos en Chivilcoy, en donde ganamos hasta en 2019 contra Alberto y Axel; sumale Pergamino, que ganó el peronismo después de 30 años. Fue un desastre generado por la división que ellos mismos promovieron”, agrega.

La reconfiguración del poder interno en LLA es inminente. Santiago Caputo queda entonces empoderado por los resultados y, sobre todo, por las advertencias que oportunamente planteó. Pareja, herido. Los Menem -Lule es el jefe político del armador bonaerense-, en la cuerda floja. Ya venían castigados por los audios de Spagnuolo, la avanzada causa judicial por la intervención de la obra social de los trabajadores rurales (Osprera) y los contratos de la empresa de Martín en el Banco Nación u otros organismos estatales.

“El Gobierno tuvo su 19 de agosto”, le contestó Mauricio Macri a todos aquellos que le solicitaban una reflexión. Tiene todavía fresco aquel domingo de las primarias en la que el Frente de Todos se llevó puesto a su sueño de reelección y que coronó con un lunes negro en materia económica. Curiosa pirueta de la historia reciente: entre los pocos ganadores claros de aquel tembladeral de los mercados estuvieron los socios de la consultora Move, encabezada por Rodrigo Lugones, hijo del actual ministro de Salud, y el propio Santiago Caputo. Con “Chernobyl”, nombre que le pusieron a su departamento de inversiones en corto, ganaron mucha plata con los puts del Grupo Galicia. Otra vida. O no.

En paralelo, en el centro de La Plata, ocurría un milagro: un petiso pegó el estirón a los 53 años. “¿Lo viste a Axel? Está más alto”, bromeaban en el lobby del Hotel Grand Brizzo, en el que los invitados esperaban para subir al escenario con el Gobernador. El chiste se repetía y los ocupantes de la mesa chica del kicillofismo lo disfrutaban sin disimulo. Jessica Rey, Augusto Cosa, Andrés Larroque y Agustina Vila eran anfitriones de la celebración. Más tarde se sumó Carlos Bianco, que había empezado la tarde en el centro de cómputos de Monte Grande. Otro de los piropeados de la noche fue Ignacio Ramírez. “Nacho”, menos conocido para el gran público, es el asesor de Kicillof desde los años de recorrida en el Clío. Uno de los autores intelectuales de la estrategia del desdoblamiento. La estrategia ganadora por duplicado: hacía afuera, contra Milei; hacia adentro, contra Cristina.

La ventana que se abre, por supuesto, apunta al 2027. En el cierre de campaña de Avellaneda, Jorge Ferraresi no esquivó el elefante en la habitación: “Hay que empezar la campaña para Axel Presidente”. En la Gobernación, temerosos de embarrarse en un proceso de “larretización”, intentan poner paños fríos. Al nuevo liderazgo peronista le sobran promotores. Los intendentes de la tercera enfrentados con La Cámpora, los principales. Detrás de algunos, como el propio Ferraresi, se esconden ambiciones provinciales propias. Federico Achaval, de Pilar, o Ariel Sujarchuk, de Escobar, también se inscriben en la maratón.

Uno de los naturalmente señalados para esa carrera a Gobernador en 2027 es el ganador de la primera sección. Gabriel Katopodis se impuso con comodidad en un territorio que se preveía parejo y nada menos que contra Diego Valenzuela, uno de los nombres más fuertes del armado libertario. El historiador apenas pudo imponerse en Tres de Febrero, su municipio, y los siempre antiperonistas Vicente López y San Isidro. Todos terruños del Pro (la jorgemacrista Soledad Martínez y el bullrichista Ramón Lanús, respectivamente).