La noche del domingo 7 de septiembre dejó una postal inequívoca: en la provincia de Buenos Aires, el peronismo (Fuerza Patria) ganó con alrededor del 47% de los votos y le sacó más de 13 puntos a La Libertad Avanza (LLA). El golpe político fue inmediato y visible en el búnker libertario, donde incluso hubo gestos fríos y ausencias llamativas. Pero más allá del primer plano, hubo cinco figuras que terminaron pagando el costo político del traspié. Aquí, un repaso analítico —con datos y contexto— de esos “perdedores silenciosos”.

1) Diego Valenzuela

El dos veces intendente de Tres de Febrero dejó su base para encabezar la boleta de LLA en la Primera Sección, la llave del oficialismo nacional para compensar la Tercera. El plan falló: Gabriel Katopodis (Fuerza Patria) se impuso con una diferencia de dos dígitos y aseguró mayoría en las bancas de esa sección. La foto daña el relato del “territorial” que podía proyectarse a Seguridad (sillón que dejaría Patricia Bullrich por las elecciones de octubre) y, desde ahí, a 2027 como candidato a gobernador. En términos de poder real, Valenzuela queda con menos capital que el que llevaba a la urna del domingo. 

2) Leila Gianni

La candidata de LLA en el bastión peronista perdió por 24 puntos frente a Fernando Espinoza. Durante la jornada, Gianni había transmitido confianza desde el búnker: “Hemos hecho un gran trabajo en toda la provincia” y se apoyaba en reportes de fiscales (“tendencias” favorables en algunas mesas), una expectativa que a la noche se desmintió con el escrutinio. Horas después se viralizó el clip de su reacción al conocerse la derrota abultada. Políticamente, la caída ordena dos cosas: 1) fija un techo de implantación libertaria en el conurbano profundo a pesar de la hiperpresencia en redes, 2) tensiona la narrativa de “renovación” en distritos donde la estructura peronista sigue siendo decisiva.

3) Sebastián Pareja

Jefe político de LLA en PBA y hombre de confianza de Karina Milei, asumió la voz oficial la noche del revés y marcó la línea al poner la cara: “No podemos minimizar el resultado” y “tenemos autocrítica y la vamos a llevar a cabo”. El problema es que, puertas adentro, el pase de facturas le pega de lleno: la militancia de “Las Fuerzas del Cielo” ya lo venía cruzando por el cierre de listas y, tras el domingo, lo responsabilizó por el dispositivo territorial. Sus dichos y rol; internas previas: Si el oficialismo busca “orden” para octubre, Pareja queda en el centro de la discusión: su poder dependerá de si la cúpula sostiene el esquema bonaerense o habilita correcciones que impliquen corrimientos.

4) Diego Santilli

Uno de los impulsores de la convergencia PRO–LLA en Provincia, Santilli defendió la “unidad” como condición para competirle al peronismo. A menos de dos meses, había marcado la cancha: “Tenemos que ir juntos y no puede haber intereses personales para lo que viene” y señalaba que no había PRO por fuera de LLA. El resultado provincial —derrota amplia— le pega directo a esa tesis: lo deja asociado a una ingeniería que, en esta parada, no ordenó ni expandió. No hubo balance público suyo en las horas posteriores, lo que acentúa la lectura de pérdida de iniciativa. 

5) Martín Menem

El presidente de la Cámara de Diputados llegó a la elección con el “caso ANDIS” golpeando al oficialismo. En las semanas previas, negó de plano cualquier vínculo con irregularidades: “Nadie me mencionó ningún hecho de corrupción” y dijo no haber hablado del tema con el entorno presidencial. La noche del domingo sumó ruido simbólico: circuló el video del saludo eludido por Milei en el búnker, leído por varios medios y cronistas como gesto frío en plena caza de responsabilidades. Si el oficialismo decide “oxigenar” su frente parlamentario hacia fin de año, Menem podría quedar en la línea de fuego.

La PBA dejó un margen de 13 puntos para Fuerza Patria y ratificó el peso de las secciones más densas. La derrota abre tres carriles de discusión: el territorial (Pareja), el estratégico (Santilli) y el ético-institucional (Menem), mientras casos como el de Gianni y Valenzuela muestran los límites de la campaña digital frente al músculo tradicional del conurbano.