Desde un atril dispuesto para la ocasión en el quincho de la Quinta presidencial de Olivos, Milei le habló a su tropa. La exposición, que después se abrió a preguntas de los más de ochenta invitados, se extendió durante casi tres horas. El Presidente hizo hincapié en los ejes de la campaña con especial foco en el rumbo económico y el nuevo concepto que atraviesa la narrativa oficial: “hacer que el esfuerzo valga la pena”.

Por supuesto, se habló también de los recientes embates legislativos contra los vetos presidenciales que, según Milei, solo tienen como objetivo dinamitar el equilibrio fiscal, pilar fundamental del programa económico. “Nos van a acusar de que nos falta empatía, hay que mostrarnos cercanos a la gente y explicar por qué este es el camino que nos va a sacar de años de miseria”.

Cuando llegó el momento de las consultas, la más repetida tuvo que ver con los pedidos a Milei para visitar provincias durante la campaña. Muchos postulantes al Congreso con bajo nivel de conocimiento necesitan aferrarse a la imagen presidencial para sumar competitividad electoral y sueñan con una recorrida junto a él en cada uno de sus territorios. Milei solo mencionó su viaje a Córdoba y la presentación de libro que protagonizará en la Ciudad de Buenos Aires el próximo 6 de octubre. “Muchos parecían distraídos por su primera vez en Olivos y por conocer en persona a gente que suelen ver por la tele o las redes”, resume uno de los testigos más experimentados.

Virginia Gallardo, cabeza de la lista de Diputados en Corrientes, habló de la necesidad de “tener corazón” cuando le tocó su turno y aportó que “a veces los datos solos alejan a la gente”. Se refería a los conocidos temas de agenda que resultaron sensibles y de impacto social. El Presidente no puso su mejor cara. No hubo planteos sobre las denuncias de corrupción o los audios de Diego Spagnuolo. Tampoco se habló en detalle de la caída de bonos y acciones argentinas o la intervención del BCRA en el mercado de cambios, hechos que ocurrían en simultáneo. El ingreso al salón fue sin teléfonos celulares para evitar filtraciones, por lo que había un alto grado de desconexión con lo que pasaba afuera.

Además de funcionarios, candidatos de todos los distritos para las elecciones nacionales y referentes territoriales, entre los presentes hubo espadachines comunicacionales como Diego Recalde, Iñaki Gutiérrez o Mariano Pérez. El último, integrante de “Las Fuerzas del Cielo”, compartió espacio físico por primera vez con Maximiliano Bondarenko, legislador bonaerense electo que responde a Sebastián Pareja y que fue cruzado por la militancia digital después de la elección del 7 de septiembre. La convivencia fue pacífica, pero Pareja no se guardó su reclamo: “Estaría bueno que dejemos de pegarnos entre nosotros públicamente”, tiró.

Santiago Caputo, encargado de la estrategia de una campaña que pretende ser nacional “sin meterse en temas locales”, estaba a unos pocos metros de Martín Menem, siempre acompañado por su sobrino y asesor Sharif, funcionario de la Cámara de Diputados. La tensión entre ellos es indisimulable. El gran ausente fue Lule, a quien se le pidió específicamente no participar “para guardarse un poco”.

Pasadas las 14, empezó la rotación. Los candidatos se fueron y habilitaron el lugar para los jefes de campaña de cada una de las provincias. Pareja, el flamante ministro Lisandro Catalán e Iñaki Gutiérrez fueron algunos de los pocos que repitieron presencia. La segunda reunión estuvo encabezada por los otros dos vértices del oxidado triángulo de hierro. Karina y Santiago expusieron sobre la táctica y la logística de la campaña. A ellos se sumó Pilar Ramírez, a quien anunciaron como coordinadora nacional en material electoral de cara al 26 de octubre.

Lule fue el gran ausente en la reunión de Olivos, pero estuvo presente a la distancia
Lule fue el gran ausente en la reunión de Olivos, pero estuvo presente a la distancia

Con Pilar empoderada y Lule ausente, las interpretaciones no tardaron en aparecer. “Pilar reemplaza a Lule para la campaña”, repetían, con cierta lógica, casi todos los actores del espacio. Esa fue la versión que no tardó en llegar a los medios. El subsecretario de Gestión Institucional y mano derecha de la hermanísima para los temas políticos quedaba corrido del diálogo con los referentes provinciales. Era la primera novedad sobresaliente después de la derrota bonaerense por paliza. La respuesta a los pedidos de un sector intenso de la militancia y, al mismo tiempo, una solución para la relación quebrada y sin retorno entre el riojano y el asesor estrella de Milei.

Pilar Ramírez, al igual que su esposo Darío Wasserman, tiene buena relación con Caputo. Y ya trabajaron juntos en la campaña porteña de mayo, de las pocas que arrojó resultados exitosos para el sello de LLA. La intención era repetir aquel esquema y establecer una nueva mesa en la que no reine la desconfianza mutua. Pero a Lule no le gustaron los títulos de los portales y se quejó con Karina. Por eso, la Secretaria General instó a Manuel Adorni a rectificar la información que ya circulaba frenéticamente. Otro papelón comunicacional de un Gobierno estallado internamente y con infinidad de frentes abiertos.