Era un día común en la redacción. Venía de un fin de semana complicado, con un problema eléctrico en casa que debía resolver cuanto antes. En medio de charlas con colegas, surgió la idea de contactar a un electricista y apareció un nombre que me llamó la atención: Eduardo Belliboni. En reiteradas entrevistas y declaraciones, él mismo se presentó como conocedor del oficio de la electricidad: “Salgo a trabajar como cualquiera, pero también estoy en la calle acampando porque hay hambre”.

Fue entonces cuando me facilitaron su contacto. Confiado, como cualquier persona que necesita un servicio, le escribí por WhatsApp. El mensaje fue sencillo y respetuoso: “Buenas, ¿cómo estás? Me pasaron tu contacto para una instalación eléctrica. ¿Puede ser?”, acompañado por una foto de lo que necesitaba instalar.

La respuesta llegó rápido, pero no fue lo que esperaba. Lejos de una ayuda, recibí un mensaje que me dejó helado: “Uní el cable rojo con el negro y agarralos fuerte con la mano cerrada. Eso es lo mejor para vos”. Una frase que, en lugar de orientarme, equivalía a una incitación a un accidente eléctrico que podría haber terminado con consecuencias fatales.

En ese momento comprendí que Belliboni estaba muy lejos de ejercer aquel oficio

Quisimos hacerlo laburar a Belliboni y nos mandó a electrocutar. (Bardeo)
Quisimos hacerlo laburar a Belliboni y nos mandó a electrocutar. (Bardeo)

Hoy, a sus 65 años, es conocido como referente del Polo Obrero y de la Unidad Piquetera, con un largo historial de protestas, acampes en la Avenida 9 de Julio y enfrentamientos con el gobierno de Javier Milei, incluso con denuncias por amenazas e instigación a la violencia. Tiempo atrás, en una entrevista con A24, el propio Belliboni relató: Trabajo como electricista hace 50 años. Todos los días salgo a la calle, y si no trabajo medio día ya se me complica. Hay gente que no puede vivir ni tres días sin trabajar, yo tampoco”.

En ese momento, también rechazó las acusaciones sobre supuestos planes sociales que percibía: “Yo vivo de mi oficio. A veces hago instalaciones, otras reparaciones. No soy un planero como dicen. La realidad es que salgo a trabajar como cualquiera, pero también estoy en la calle acampando porque hay hambre”.

Al indagar más sobre su trayectoria, descubrí que él asegura haber comenzado a los 13 años como repartidor de cigarrillos. Con el tiempo pasó por distintos oficios: metalúrgico, colectivero, remisero y ferroviario. Sin embargo, en las últimas décadas su figura quedó asociada de lleno a la militancia política y al activismo social.

Actualmente, su nombre también aparece en la causa que investiga irregularidades en los comedores sociales y el manejo de los planes Potenciar Trabajo. Según la Justicia, referentes de la agrupación que lidera habrían administrado de manera indebida fondos estatales mediante facturación apócrifa y gastos simulados, con el objetivo de ocultar el verdadero destino de los recursos.

Mi experiencia personal me dejó un sabor amargo. En un momento de necesidad, en el que solo buscaba un servicio básico como el de un electricista, recibí una respuesta que no solo fue una burla, sino que también pudo haber puesto en riesgo la vida de cualquiera que siguiera ese consejo al pie de la letra.