En el día en que Christian Graf declaró en Tribunales, Pochi, la mamá de Diego Fernández Lima, rompió el silencio y volvió a pedir justicia por el asesinato de su hijo. 

En diálogo con Mercedes Ninci en el programa Mujeres Argentinas, la mujer revivió el dolor de una historia que marcó su vida para siempre: la desaparición de Diego el 26 de julio de 1984, cuando tenía apenas 16 años, y el hallazgo de sus restos cuatro décadas después, enterrados en el jardín de la casa de su amigo, en Coghlan.

Le pido al juez que haya justicia, por favor. Me mató a mi hijo. Tenía 16 años recién. Por favor, justicia”, imploró la mujer, con la voz quebrada. Y agregó: “Sé que lo mató, nada más. No sé por qué lo mató. Eso es lo que quiero saber. No puede ser que esté suelto, que no esté detenido. ¿Nosotros qué somos? Nos matan los hijos y nos tenemos que quedar como estamos”.

Pochi recordó que Diego era un chico “bueno, estudioso y deportista”, apasionado por el club Excursionistas, donde ganó medallas y trofeos que aún conserva con orgullo. “Así estoy yo, con penas, llorando, recordando lo bueno que era. Tengo medallones que le dieron. Sin palabras”, relató entre lágrimas.

La mujer también revivió la última noche que vio a su hijo con vida: “Fue desesperante. Yo en el balcón, mirando la ventana, porque sabía que venía, que volvía. Íbamos a cenar juntos, como siempre. Mi marido bajó a buscarlo y nunca más volvió. Nunca más vino. Ahora lo tengo muerto. Pido justicia. Que lo detengan ya, por favor”, reclamó con firmeza.

Convencida de que Christian Graf es el responsable, Pochi insistió: “¿Quién lo mató si él no lo mató? Apareció en su casa. Iba al colegio, venía al club, era un chico feliz. Quiero que lo agarren ya. Pido justicia, justicia, justicia”.

Durante años, su marido mantuvo la esperanza de encontrarlo con vida. “Cada vez que lo llamaban, agarraba la bicicleta y salía volando. Le decían ‘me parece que puede ser Diego’, y llegaba y no era. Yo me quedaba mirando desde el balcón, creyendo que volvía… y nunca volvió. Nunca más volvió. Lo mataron”, contó con una mezcla de tristeza y fuerza.

A pesar del paso del tiempo, Pochi nunca modificó el cuarto de Diego. “Está todo intacto, como si él todavía durmiera ahí. Es mi forma de tenerlo cerca. Un hijo divino, como los que tengo”, aseguró.

Finalmente, recordó a su esposo, quien murió sin conocer la verdad: “Mi marido se fue al cielo y quedé acá con mis hijos. Pero no me siento sola. Ellos me llaman todo el tiempo: ‘Mamá, quedate tranquila, ya se va a hacer justicia’. Y acá estoy. Esperando justicia por mi hijo Diego”.