Shein y Temu, dos gigantes del e-commerce, están ganando cada vez más terreno en Argentina, en especial entre los más jóvenes. El consumo de hoy en día es mayoritariamente electrónico y, por este motivo, surgen a la vez nuevas tendencias como el doom spending. Se trata de un término que hace referencia a la tendencia de gastar dinero en cosas innecesarias

La facilidad de compra a través del sistema courier, el cual permite envíos sin aranceles de hasta 400 dólares, hace que las mencionadas plataformas chinas ganen cada vez más terreno en el mercado argentino, especialmente en la categoría de bienes de consumo, el cual experimentó un crecimiento del 67.5% en mayo de 2025

Actualmente, estos sitios ofrecen productos a precios significativamente más bajos que los disponibles en tiendas nacionales, lo que atrae a nuevos consumidores diariamente. Si además se tiene en cuenta el bajo costo de envío, incrementan aún más las compras que están a un simple click de distancia. Todo esto alimenta el ya conocido hiperconsumismo.

En medio de una situación de desigualdad, inestabilidad y crisis mundial, el doom spending o gasto catastrófico está en auge, especialmente en la generación Z. A diferencia del consumo racional donde se hace un balance entre necesidad y precio, esta nueva tendencia se ve completamente motivada por las emociones y los deseos inmediatos de gratificación.

Canal C

Durante una encuesta realizada por Credit Karma y publicada en Psychology Today, el 35% de los centennials admitió haber gastado dinero de forma “apocalíptica” como mecanismo para lidiar con el estrés. Según los especialistas, este fenómeno —conocido como doom spending— se origina en gran parte por el flujo constante de noticias negativas que los jóvenes reciben a diario a través de las redes sociales.

En busca de gratificación instantánea, muchos optan por compras impulsivas de productos innecesarios o experiencias de bajo valor. Esta conducta responde a un intento emocional por calmar la ansiedad o hacer frente a la incertidumbre sobre el futuro. Aunque estos gastos no brindan felicidad real ni duradera, sí generan una ráfaga de dopamina que produce una breve sensación de placer.

Para esta generación, comprar una casa es una meta cada vez más lejana. Por eso, adquirir ropa, accesorios u objetos prescindibles se convierte en una falsa forma de control. Sin embargo, esta ilusión de poder sobre su economía suele tener consecuencias serias: inestabilidad financiera, frustración y deudas eternas.