Cristian Graf, un hombre de 56 años, es el principal sospechoso por la muerte de Diego Fernández, el adolescente de 15 años cuyo paradero se desconocía desde 1984. El caso dio un giro inesperado tras un derrumbe en el jardín de una casa en el barrio porteño de Colegiales, donde encontraron restos óseos que fueron identificados como pertenecientes a Fernández. La propiedad en cuestión ganó notoriedad no solo por el hallazgo, sino también porque allí vivieron Gustavo Cerati y otras figuras del mundo del espectáculo.

Graf fue señalado tras un dato revelado por un excompañero de la escuela técnica ENET N.º 36, donde ambos estudiaban. En redes sociales, los usuarios no tardaron en expresar su indignación y compartir la imagen del sospechoso, quien eliminó toda su presencia digital, incluidos sus perfiles en LinkedIn y otras redes. Se especula que es abogado y empleado del Poder Judicial.

Según trascendió, Fernández y Graf eran amigos en la adolescencia y se los conocía como “El Gaita” y “El Jirafa”. Compartían el gusto por las motos y por la electricidad. La vivienda donde encontraron el cuerpo pertenece a la madre de Graf, un chalet de dos plantas ubicado en Belgrano. Aunque los hijos de la mujer se mudaron hace años —una al sur del país y el otro permaneció en la zona—, la familia Graf siempre fue vista con recelo. Nunca declararon como testigos ni como imputados, pero su relación con la propiedad los colocó desde el inicio bajo sospecha.

El último día que vieron con vida a Diego fue el 26 de julio de 1984. Luego de asistir al colegio, le dijo a su madre que iría a lo de un amigo. Ella le dio dinero para el colectivo. La última persona que lo vio fue un vecino en la intersección de Naón y Monroe, a pocas cuadras de su casa. La policía, en ese momento, presumió una fuga voluntaria, pero la familia siempre rechazó esa hipótesis.

Cristian Graf. Crédito: WEB
Cristian Graf. Crédito: WEB

La investigación se reactivó gracias a un grupo de WhatsApp formado por exalumnos de la escuela técnica, que compartieron recuerdos y sospechas. El fiscal Martín López Perrando encabeza la causa, con un desafío evidente: el paso del tiempo. A pesar de ello, la familia de Diego mantiene la esperanza de obtener justicia.

Javier Fernández, hermano de la víctima, expresó su dolor en televisión: “No me entra en la cabeza. Era un pibe que jugaba en Excursionistas, iba al colegio, tenía amigos. No sabemos qué pasó. Mi mamá tiene 87 años y quiere saber la verdad. Queremos justicia”.