La historia parecía cerrada. Una caminata familiar, un accidente, una tragedia. Pero en los pasillos de la justicia catalana, nada es tan simple cuando se trata de una de las fortunas más poderosas de España. Diez meses después de la muerte de Isak Andic, el magnate que fundó y llevó a la fama mundial la marca Mango, su hijo Jonathan Andic pasó a estar formalmente investigado por la jueza del Juzgado de Instrucción N°5 de Martorell.

La noticia cayó como un relámpago sobre los círculos empresariales y de la moda europea. Isak, de 71 años, había muerto el 14 de diciembre de 2024, en las cuevas de salitre de Collbató, un enclave natural de paredes vertiginosas cerca de Barcelona. Aquella tarde, según se informó entonces, resbaló durante una caminata y cayó al vacío desde 150 metros de altura. Fue Jonathan quien dio aviso a los servicios de emergencia, asegurando que un desprendimiento de rocas había provocado la caída.

El cuerpo del empresario fue trasladado al Instituto de Medicina Legal y Forense de Cataluña, donde se confirmó una muerte accidental. Durante meses, el caso pareció un asunto cerrado. Pero los silencios familiares y los rumores en los pasillos del poder despertaron sospechas. 

Isak Andic, fundador de Mango.

Las nuevas líneas de investigación, impulsadas por testimonios que hablaban de una relación “compleja” entre padre e hijo, encendieron las alarmas en la unidad de investigación de los Mossos d’Esquadra. Según reveló El País, los agentes solicitaron el análisis del teléfono móvil de Jonathan, cuyo contenido está siendo peritado en busca de inconsistencias y posibles motivaciones.

La jueza mantiene el caso bajo secreto de sumario, aunque fuentes cercanas al proceso señalaron que se habrían detectado contradicciones en las declaraciones del heredero de Mango, quien en un principio fue testigo y ahora figura como investigado.

Jonathan Andic ya declaró dos veces ante los Mossos. La segunda vez lo hizo bajo la representación de Cristóbal Martell, uno de los abogados penalistas más prestigiosos de España, conocido por haber defendido a figuras del empresariado y la política. Hasta ahora, Martell se negó a realizar comentarios públicos.

La familia Andic, acostumbrada a moverse entre la elegancia y el hermetismo, emitió un breve comunicado tras las consultas de La Vanguardia: “Queremos expresar nuestro respeto por las diligencias en curso y continuaremos colaborando con las autoridades competentes. Confiamos en que el procedimiento concluirá pronto y demostrará la inocencia de Jonathan”.

No hubo más palabras. Ni desmentidas ni acusaciones. Solo el eco del silencio en los pasillos de Mango, la firma que Isak Andic fundó en 1984 junto a su hermano Nahman y que convirtió en un imperio global con presencia en más de 100 países.

Jonathan Andic, heredero del imperio.

Isak Andic no solo fue un empresario exitoso: fue un arquitecto de estilo. Hijo de inmigrantes turcos, llegó a Barcelona con apenas 16 años y una visión comercial que transformaría la moda española. A fuerza de intuición, convirtió Mango en un símbolo de elegancia accesible y una marca con identidad global.

En 2024, Forbes lo había situado como la quinta fortuna más grande de España, con un patrimonio estimado en 4.500 millones de euros. Su repentina muerte abrió un vacío en la cúpula del grupo y una grieta familiar que hoy comienza a hacerse pública.

En Barcelona, el apellido Andic sigue resonando como sinónimo de éxito, discreción y fortuna. Pero en los tribunales de Martorell, ese mismo nombre hoy aparece asociado a un misterio que amenaza con reescribir la historia de una de las dinastías más influyentes de la moda europea.