La historia detrás de la heladería romana que abrió en Tandil
Figlio Premium es propiedad de la familia Bertolín, conocidos como “los Trump tandilenses”
Esta semana se inauguró en Tandil una heladería. Esta noticia no debería ser noticia. Pero se trata de un local diferente a los demás porque lo que hicieron fue construir un edificio que imita la arquitectura romana al punto tal que los clientes parecen viajar en el tiempo cuando cruzan las puertas de Figlio.
“A Figlio le faltaba una renovación después de 12 años y queríamos traer la cultura italiana y homenajear a mis nonos y abuelos. Nos inspiramos en Italia, su cultura, arte y arquitectura, amalgamándolas con Tandil y sus piedras. Además, lo hicimos en gran parte con manos tandilenses y usamos materiales nobles como mármol tallado a mano y pisos italianos. Creamos columnas torsadas con capiteles en forma de copos de helado, casetonados con flores de cacao y bombones. También tenemos jarrones que guardan nuestras materias primas y estatuas inspiradas en el renacimiento italiano. Cada detalle busca unir Italia, Tandil, arte, cultura y gastronomía para crear una experiencia única y bien italiana”, explicó Juan Bertolín, dueño del lugar, en charla con el sitio Eco.
Juan es hijo de Juan Carlos, dueño de la cadena de supermercados Monarca. Habitantes de la ciudad bonaerense bautizaron a esta familia como “los Trump tandilenses”, porque sus negocios los han llevado a acumular millones y sus propiedades se multiplican. Ahora, su hijo relanzó la heladería que existe hace 12 años y se convirtió en un punto de encuentro de los habitantes.
“Figlio es herencia, tradición y pasión. Es la cocina de la Nona, la mesa del domingo, el sacrificio del Nono. Es la perfección en los procesos, la innovación en los sabores, la belleza en cada detalle del espacio. Es el lugar donde se celebra el encuentro, las charlas largas, los besos y las experiencias compartidas”, definió Bertolín sobre el local ubicado en San Martín 545 que ahora se convertirá en un atractivo turístico.
Es que más allá de la oferta de pastelería, repostería y heladería, el lugar tiene la posibilidad de hacer sentir a quienes ingresen que están caminando dentro de la antigua Roma. Con esculturas, mosaicos, fuentes e imágenes, la heladería ya desde su fachada hace creer a cualquier cliente que quiera comer un cuarto de dulce de leche y sambayón que es el mismísimo Julio César.
Ah, no es descabellado pensar que en un futuro el apellido Bertolín aparezca más pegado a la política, para seguir el camino de Donald.