El mercado de perfumes ofrece una infinidad de opciones, desde fragancias con notas afrutadas y dulces hasta aquellas con matices amaderados o almizclados. Las combinaciones son casi ilimitadas y abarcan clásicos sensuales como Eternity de Calvin Klein, la línea L.12.12 de Lacoste, Oud Wood de Tom Ford o Replica Jazz Club de Maison Margiela. Sin embargo, no existe una “fragancia perfecta”: la elección ideal es la que se adapta a tu personalidad y a tu estado de ánimo.

En los últimos años, los perfumes árabes, que combinan la tradición de la perfumería oriental con influencias occidentales, se convirtieron en tendencia en Latinoamérica. Viralizados en redes sociales por su aroma auténtico y su excelente relación precio-calidad, hoy ocupan un lugar destacado en las plataformas de compras online. Su carácter exótico, su impronta de lujo y un toque de extravagancia los posicionan como productos muy demandados.

En Argentina, estas fragancias han ganado terreno gracias a fórmulas intensas, originales y duraderas. Entre las más populares figura Khamrah Qahwa de Lattafa Perfumes, unisex y muy elogiada por su fijación prolongada en la piel. A diferencia de muchas casas europeas, las marcas árabes combinan métodos de producción tradicionales con ingredientes exclusivos y precios accesibles, lo que las hace especialmente atractivas en el contexto económico actual.

Las piezas de las diferentes firmas árabes se comercializa por alrededor de 59.000 pesos argentinos, convirtiéndose en uno de los perfumes más comentados por expertos y aficionados. Su éxito impulsó la visibilidad de otras casas árabes como:

La clave de su éxito radica en la alta concentración de aceites esenciales, que puede alcanzar el 30% o más, frente al 5%-15% de las colonias comerciales. Esto les otorga gran durabilidad y proyección, incluso en climas cálidos, para los que están diseñados. Con pocas aplicaciones, mantienen su aroma entre 8 y 12 horas.

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La perfumería árabe posee una rica herencia transmitida de generación en generación. El uso de perfumes en la cultura árabe tiene raíces profundas, tanto por motivos religiosos como personales. Antiguos egipcios, árabes y persas eran expertos en la elaboración de aromas, utilizados en ceremonias, como obsequios y en el cuidado personal.

Durante la Edad Media, el mundo árabe fue un centro clave de producción y distribución, con Bagdad como referente comercial. Las perfumerías importaban especias y plantas aromáticas desde el Sudeste Asiático, África Oriental e India, que luego destilaban para crear aromas únicos.

La técnica de destilación —calentar y enfriar líquidos para separar sus componentes— les permitió obtener fragancias intensas y puras. Esta tradición convierte a los perfumes en un reflejo de la cultura, una representación viva del pasado y la sofisticación de Oriente Medio.

Hoy, las fragancias árabes son reconocidas mundialmente como símbolo de singularidad, elegancia y sofisticación, fusionando historia, artesanía y creatividad en cada frasco.