Productores correntinos protestan a tomatazos por el bajo precio
La sobreoferta desplomó los precios y el sector advierte que podría haber escasez en las góndolas.
El escenario del tomate en la Región Productiva de Santa Lucía, en Corrientes, cambió radicalmente en pocos meses. Productores hortícolas que antes sufrían por la falta de oferta ahora enfrentan el problema opuesto: una sobreproducción que desplomó los precios a niveles insostenibles. Muchos prefirieron tirar los cajones de 20 kilos antes que venderlos a $3.000, una cifra que no cubre ni los costos básicos.
La situación resulta paradójica si se compara con lo ocurrido meses atrás, cuando se importaron tomates desde Chile para abastecer el mercado local. En aquel momento, el precio se disparó y llegó a superar en un 115% al de Buenos Aires, 102% al de Corrientes y 100% al de Jujuy. El combo de caída en la superficie sembrada, fenómenos climáticos adversos, presión de las importaciones y falta de financiamiento provocó un desequilibrio que ahora golpea al productor.
Hoy, con los mercados saturados, los tomates se pagan en origen lo mismo que cuestan por kilo en góndola, según advirtió Miguel Tomasella, referente del sector, al diario Época. “Estamos con el ánimo por el piso. No sé si seguiré cosechando. Para salvar la campaña necesito al menos $15.000 por cajón, cinco veces más que lo que recibimos actualmente”, expresó.
El problema no es solo económico. El tomate es una hortaliza de alta perfectibilidad y los centros de distribución rechazan lotes por exceso de madurez. Como resultado, se acumulan pérdidas y muchos productores evalúan regalar la cosecha en rutas y rotondas, como ya ocurrió en años anteriores. “Lo que hoy se desecha en las chacras, mañana puede faltar en las góndolas”, alertó Tomasella.
Esta situación también expone la debilidad estructural del sector: los precios no se definen por los costos de producción, sino por lo que sucede en puestos de feria, camiones o cámaras frigoríficas, donde el productor suele ser el eslabón más débil de la cadena.
A nivel global, el mercado del tomate mantiene una demanda sólida y en crecimiento. Según Informes de Expertos, en 2024 se estimaba un volumen de consumo de 164,68 millones de toneladas, con una proyección de crecimiento del 3,9% anual hasta alcanzar 232,84 millones en 2034. Sin embargo, esa tendencia no se refleja en la realidad de los productores argentinos, que deben malvender o tirar su producción.
En el país, el consumo per cápita anual de tomate fresco ronda los 16 kilos, y la comercialización se realiza por diversos canales: desde ferias francas hasta mercados concentradores y comisionistas. Las provincias con mayor producción incluyen Mendoza, San Juan, Salta, Jujuy y Buenos Aires, donde funcionan importantes cinturones hortícolas.
La situación actual en Corrientes pone en jaque la continuidad de muchos productores que ya no pueden sostener su actividad. Y mientras en el campo se desecha mercadería por falta de precio, en los centros urbanos se advierte que, si no hay respuestas, podría haber escasez en el corto plazo y un nuevo pico inflacionario para este alimento clave en la mesa de los argentinos.