Aunque el nombre de Máxima Zorreguieta suele ser el primero en relacionarse con la realeza europea y Argentina, existe otra figura real que también tiene un fuerte vínculo con el país y que ha dejado una huella imborrable en Europa: Silvia de Suecia.

Nacida como Silvia Renate Sommerlath en Alemania en 1943, la actual reina consorte de Suecia vivió parte de su infancia en Brasil y luego se trasladó a Buenos Aires en los años 60, donde residió junto a su familia debido a los negocios de su padre. Allí cursó parte de su formación antes de regresar a Europa, donde inició su carrera como intérprete en eventos internacionales.

Durante los Juegos Olímpicos de Múnich 1972, Silvia conoció al entonces príncipe heredero sueco, Carlos Gustavo, con quien se casó en 1976. Con ese enlace, se convirtió en la primera reina consorte de origen alemán en más de dos siglos y en una de las pocas sin ascendencia real.

Lejos de retirarse de la vida pública, la reina Silvia continúa representando a la corona sueca, acompañando al rey en actos oficiales y apoyando numerosas causas sociales. Su estado de salud generó preocupación en medios europeos luego de que se la viera caminando con bastón tras una cirugía por hallux valgus (juanetes). Sin embargo, ella continúa cumpliendo su agenda con entusiasmo.

Alterna su vida entre el Palacio Real de Estocolmo y su residencia de verano en Solliden, donde disfruta de la naturaleza, la jardinería y del tiempo con sus nietos. En más de una entrevista, confesó que encuentra verdadera felicidad en los momentos simples y familiares.

En 1996 creó la Fundación Silviahemmet, especializada en el cuidado de personas con Alzheimer y demencia. Tres años más tarde, lanzó la World Childhood Foundation, una organización global que promueve la protección de la infancia en riesgo. Su labor humanitaria ha sido reconocida en todo el mundo, y es frecuente verla en congresos, eventos solidarios y premiaciones vinculadas al bienestar de niños y adultos mayores.

Los Reyes de Suecia. Crédito: AFP

Silvia de Suecia domina seis idiomas: alemán, portugués, español, francés, inglés y sueco. Su manejo del español le ha permitido mantener lazos activos con Latinoamérica, especialmente con Argentina, país que considera una parte esencial de su historia.

Aunque su figura no suele ocupar los titulares con la misma frecuencia que otras reinas europeas, su trayectoria, su elegancia discreta y su dedicación social la posicionan como una de las consortes más respetadas del continente.