Vinieron a la Argentina y se enamoraron de la cultura. Dos jóvenes de España y Brasil vivieron 6 meses en Buenos Aires y su estadía en el país gaucho les cambió la vida. En honor a eso, se lo llevan marcado con tinta en el alma y la piel.

El 27 de febrero arribó Javier Santana, un estudiante español de Canarias que decidió que la Ciudad del Tango sea su destino para continuar con su carrera de administración. Tan ajeno a la cultura, no sabía lo que le esperaba y rápidamente se dio cuenta de lo cautivante que era esta ciudad: “Yo vine para tener experiencias, no sé, enamorarme o como le dicen ‘tener un amor de verano’, ya que yo sabía que mi viaje tenía fecha de caducidad. Con el pasar de los meses, hice amigos que se volvieron familia, recibí más de lo que esperé. Yo tenía mi grupo de amigos españoles aquí en CABA, pero mis mejores amigos fueron los de aquí".

“La manera que tienen de vivir, de incluir a la gente en sus grupos tan fácil, de hacerte sentir parte de algo. Por ejemplo, en los juntes con amigos es de ley compartir mate, reís, te sentás en círculo y disfrutás. Una de las grandes experiencias que cambió mi vida, hay un antes y después de Argentina, no existe un intermedio", contó en diálogo con Bardeo News.

Emocionado con su experiencia, el español de 21 años continuó: “Siento que el tiempo pasó tan rápido que no tuve tiempo ni de pensar en todo lo que estaba viviendo. A mí no me pasó como algunos otros chicos de intercambio que se sienten aislados o solos cuando están lejos de su hogar, al contrario, a mí me positivó haber estado aquí. Me ayudó en mi independencia, extrañar a los míos, saber qué es vivir solo y sentir que construyes tu propia familia donde vas”.

“A un día de partir de esta gran ciudad y no me lo puedo creer, estoy tratando de no tener ese sentimiento de melancolía cuando ocurren las despedidas, por eso me hice el tatuaje, hoy, antes de mi vuelo", comentó sobre el dibujo que ahora lleva impregnado en su tobillo derecho. "Es para llevar a la Argentina no solo en mi pecho sino también siempre presente en mí. Me tatué la palabra Chee porque fue la palabra que más me gustó. Estaba indeciso entre esta o Boludo, pero aposté por la primera”, explicó.

El 4 de agosto le tocó tomar otro rumbo a Javier, esta vez por una nueva aventura a México. Portando no solo su cultura, sino además teniendo ahora un fuerte sincretismo entre la suya y la argentina. 

Fotografía de Gabriela Ritter y su hermano en el Barrio Chino de Buenos Aires vía Instagram
Instagram@ggabritter

Gabriela Ritter es otra joven extranjera que se cautivó por la Tierra del Tango. Originaria de Brasil, cuenta que se enamoró de la misma, cuando vino por primera vez de crucero con su familia y se quedó un día solamente a inicios de enero de 2024: “Fue una de las más maravillosas vivencias que tuve, me encanté por la ciudad, la ciudad parecía muy grande, pero al mismo tiempo con mucho orden, todo muy limpio con muchos árboles. Me encanté con los puntos turísticos. ¡Fue increíble! Pero me quedé con el sentimiento de que necesitaba conocer más, entonces empecé a hacer el plan para poder hacer este intercambio de 6 meses”. 

En febrero de 2025, la joven de 25 años hizo las maletas en San Pablo y viajó rumbo a la Argentina: “Mi intercambio fue más cultural, ya que no fui a estudiar, como ya trabajaba de manera online, pude trabajar y vivir allí. Fue una ciudad que me hizo sentir en casa, aunque es una ciudad tan grande con tantas personas todas me recibieron muy bien. Me encantó cómo es: tan viva, con mucha arte, mucha cultura, muchas experiencias lindas en distintos lugares. Realmente fue una de las cosas que me llamó mucho la atención, la manera en la que los argentinos viven. Aunque tienen problemas en la economía, tienen una manera feliz, muy viva. Además, hay personas de todo el mundo en Buenos Aires". 

“Creo que es una localidad para vivir, para tener esta aventura de 6 meses o un año, para alguien que realmente quiere una nueva oportunidad de vida. Encontré muchas personas de todo el mundo, con las cuales hice amistades inexplicables que no tuve antes".

Tanta fue su conexión el país, que optó por impregnárselo en el tobillo: “Me marcó muchísimo y la voy a llevar para toda la vida, porque también es mi casa y siempre será mi casa por eso decidí tatuármela. Me tatué el Sol de Mayo el 5 de agosto, la noche antes de partir”.