El bautismo de Cosima Florence, hija del multimillonario y aristócrata británico Hugh Grosvenor, podría convertirse en el escenario de un esperado reencuentro entre el príncipe Guillermo y el príncipe Harry. Según reveló el diario The Times, el duque de Westminster estaría evaluando la posibilidad de pedir a sus dos grandes amigos que sean padrinos de su pequeña, nacida hace apenas un mes fruto de su matrimonio con Olivia Grosvenor.

La elección, sin embargo, no es sencilla. Grosvenor, uno de los hombres más ricos del Reino Unido y cercano a ambos hermanos, se enfrenta a un auténtico dilema: incluir a Harry como padrino podría incomodar a Guillermo y reavivar las tensiones entre los príncipes. Por ahora, lo único que parece seguro es que el heredero al trono británico formará parte de los padrinos.

El vínculo entre el duque de Westminster y los Windsor es estrecho: no solo mantiene una larga amistad con ambos príncipes, sino que, además, fue elegido como padrino de dos de sus hijos, el príncipe George (12) y el príncipe Archie (6). Esto lo convierte en una de las pocas figuras en común capaz de tender puentes entre los hermanos distanciados.

El antecedente más cercano no fue alentador. En 2024, durante la fastuosa boda de Grosvenor en la catedral de Chester, los Sussex no asistieron. Aunque en un principio se dijo que no habían sido invitados para evitar tensiones con Guillermo, fuentes cercanas a la pareja aseguraron después que sí recibieron la invitación, pero optaron por no ir para esquivar una situación “incómoda”.

Desde la muerte de Isabel II en 2022, Guillermo y Harry apenas han coincidido en contadas ocasiones y siempre con frialdad. Ni la coronación de Carlos III ni la enfermedad del monarca lograron acercarlos. Harry, no obstante, ha mostrado públicamente su disposición a reconciliarse: “No tiene sentido seguir luchando. Algunos miembros de mi familia nunca me perdonarán, pero me encantaría una reconciliación”, dijo en mayo pasado.

Si finalmente los dos príncipes aceptaran ser padrinos de la hija de su amigo, el gesto podría leerse como una señal de distensión. Un pequeño paso en un camino de desencuentros que ya se extiende por más de dos años.