En los últimos años, Villa Crespo se consolidó como el polo gastronómico más vibrante de Buenos Aires, dejando atrás la etiqueta de “hermano chico” de Palermo para convertirse en destino obligado de foodies, críticos y vecinos curiosos. El barrio ya no es refugio alternativo: hoy es centro de tendencias, con parrillas contemporáneas, restaurantes con estrella Michelin y confiterías de barrio aggiornadas.

Comienzo por un clásico que me acompaña desde siempre, un lugar al que vuelvo una y otra vez y que suelo decir: “qué ganas de Sarkis”. Sarkis es, quizás, el punto de partida. El restaurante armenio más icónico de la ciudad mantiene intacto su magnetismo: filas eternas, platos abundantes para compartir y una identidad familiar que atraviesa generaciones. La tradición también puede ser tendencia, y Sarkis lo demuestra cada noche.

Sarkis - Thames 1101, Buenos Aires, Argentina

Después está Madre Rojas, que encarna la evolución de la parrilla porteña. Allí, el wagyu argentino se combina con embutidos caseros y una carta de vinos que se anima a desafiar las reglas: blancos con carnes rojas. Con su concepto de terroir, deja en claro que la carne sigue siendo ADN porteño, pero reinterpretada desde la alta cocina.

Madre Rojas - Rojas 1600, Cdad. Autónoma de Buenos Aires

El nombre que más resuena hoy es Julia, un bistró íntimo de apenas 22 cubiertos que abrazó la idea de “cocina indie”: platos con no más de cinco ingredientes de estación, técnica precisa y respeto absoluto por el producto. En 2025 llegó el reconocimiento internacional: una Estrella Michelin y un lugar entre los mejores de América Latina según The World’s 50 Best. No es exagerado decir que Julia puso a Villa Crespo en el mapa global.

Julia - Loyola 807, Cdad. Autónoma de Buenos Aires

Si hablamos de atmósferas, Chuí se lleva el premio: un patio selvático, hornos de barro y vegetales en primer plano. Reconocido también con Estrella Michelin, es un oasis en medio del ruido porteño, donde el fuego y lo verde conviven con naturalidad.

Chuí - Loyola 1250, Cdad. Autónoma de Buenos Aires

Uno de los lugares que, literalmente, me voló la cabeza fue Alcanfor. Allí la sustentabilidad se vuelve poesía. Julián Galende apuesta a la circularidad con tomates reliquia y algas, alcauciles confitados y cordero con puré de cebolla. El resultado: una Estrella Verde Michelin, prueba de que lo sustentable también puede ser alta cocina.

Alcanfor - Aguirre 949, Cdad. Autónoma de Buenos Aires

El mapa se completa con experiencias diversas: Tintorería Yafuso, con su intimidad japonesa en una antigua tintorería; Tony Wu, la cantina china moderna que suma baos, pato laqueado y mapo tofu; y Malvón, la confitería de barrio que evolucionó hacia el brunch contemporáneo sin perder su alma porteña.

Tintoreria Yafuso - Juan Ramírez de Velasco 399, C1414 Cdad. Autónoma de Buenos Aires

Lo más fascinante es que Villa Crespo logró ser gourmet sin perder su espíritu de barrio. Los vecinos de toda la vida conviven con turistas que buscan estrellas Michelin, foodies que persiguen rankings y porteños que se dejan tentar por nuevas mesas.

Si Palermo fue la primera ola de la cocina porteña moderna, Villa Crespo encarna la segunda: más diversa, más arriesgada, más sustentable, global y, al mismo tiempo, profundamente barrial. Y yo, que camino estas calles seguido, lo afirmo sin dudas: Villa Crespo se está comiendo a Buenos Aires.